Por César Guerrero y Bárbara Ramírez

Fotos por Laura Tamayo, Enrique Alfaro y Bárbara Ramírez

En 2001, Terra Peninsular se creó como respuesta a una amenaza de pérdida masiva de hábitats en la bahía de San Quintín para intentar contrarrestar los efectos dañinos y la potencial destrucción total de esta bahía. En aquel entonces no existía una organización que dentro de sus estatutos tuviera la factibilidad legal de comprar tierras y disponerlas a conservación, algo similar a lo que ya existía en Estados Unidos con The Nature Conservancy.

Foto: Jonathan Vargas.

En México, si bien había organizaciones muy sólidas y buenas, éstas no tenían la capacidad o la argumentación legal en sus estatutos para poder adquirir tierras, ya que así fueron diseñadas desde un inicio. Por esta razón es que el 20 de abril de 2001 se creó Terra Peninsular, como una organización de conservación de tierras para proteger los ecosistemas de la península de Baja California.

Dicen que las organizaciones pasan por diferentes etapas tal y como lo hacen los individuos. Cuando somos niños, es el momento de aprender del mundo y de lo que nos rodea; al hacernos jóvenes somos ambiciosos y soñamos con independencia y un futuro brillante, pero suele ser la etapa en la que más nos caemos y de la que más aprendemos; al ser adultos, llegamos a una etapa de madurez en donde ponemos en práctica todo lo aprendido, tanto experiencias buenas como malas.

En un inicio, no teníamos muy claro cómo hacer lo que queríamos hacer. Nunca tuvimos dudas de la meta final, pero sí teníamos dudas de cómo llegar o qué camino tomar, tanto así que no logramos la compra de tierras con fines de conservación sino hasta nueve años después de habernos conformado. Hoy, tenemos mucho más claro cuál es nuestra estrategia y aunque aún estamos aprendiendo, somos más efectivos en nuestro método.

En este proceso de crecimiento tuvo mucho que ver la intervención del Programa Pescadero del Fondo Noroeste (FONNOR). En las primeras intervenciones, la consultora Annette Candanedo nos enseñó que era necesario tener mejor claridad en lo que ellos llaman “modelo de intervención”.

Fue así como construimos nuestro modelo de intervención en tres ejes: uno jurídico para establecer bajo alguna figura legal un esquema de protección de hábitats prioritarios; otro para manejar estos espacios, ya que no es suficiente con establecer un Área Natural Protegida (ANP) en papel, estos espacios se tienen que intervenir, restaurar y monitorear; y por último, y siendo totalmente honestos con nosotros mismos, no importa cuántos recursos se inviertan en el manejo de estos espacios, si no hacemos partícipe a la comunidad, todo proyecto de conservación colapsará con el tiempo.

Terra Peninsular cumplió 18 años y como cualquier joven que llega a la mayoría de edad, estamos ansiosos de lo que viene, lo que nos depara el futuro. Hemos logrado conservar a perpetuidad más de 1600 hectáreas en la bahía de San Quintín, más de 3800 hectáreas en Valle Tranquilo y al menos 5035 hectáreas en la Sierra de San Pedro Mártir.

Foto: Laura Tamayo.

Ahora somos una organización más formal, madura y profesional: nuestra administración cumple con procesos, la recaudación de fondos tiene un ritmo y un plan, y nuestra comunicación hacia el exterior tiene un método. Tras la definición de nuestro modelo de intervención, hoy somos más exitosos y hemos logrado escalar en nuestros proyectos.

Estos 18 años han sido posibles gracias al apoyo continuo de muchas personas que han creído en el proyecto y estamos seguros de que todos ellos, sumados a más personas, seguirán apoyando en el futuro; sin embargo, creemos que es nuestro deber reducir la carga de responsabilidad financiera en la filantropía. Esto no quiere decir que migraremos al universo lucrativo, pero sí implica que no podemos depender sólo de los buenos corazones para que esto funcione. Nosotros somos responsables de un número importante de hábitats prioritarios en esta región y buscamos que se protejan y conserven, no por 10 ó 20 años, sino por siempre; y esto es mucha responsabilidad para recargarla sólo en la filantropía. Todavía tenemos mucho por aprender, tenemos que hacer un alto y entendernos como una organización mayor de edad antes de querer ser una organización adulta; caminar antes de correr, y eso es todo un reto. 

Las cosas no avanzan siempre al ritmo que lo imaginas o lo esperas. Algo que hemos aprendido en esta organización es que uno debe ser tolerante a la frustración, que debe ser constante y paciente para ver al final del túnel una cadena de éxitos. En los siguientes años queremos definir nuestras prioridades, estabilizar nuestro crecimiento, mejorar nuestros sistemas de generación de recursos propios, medir nuestros avances y fortalecer la participación de la comunidad.

El gran avance que ha tenido la organización en 18 años ha sido posible gracias a la constancia, entrega y pasión que inyectamos días tras día todos y cada uno de los que formamos esta organización. Cuando hablamos de Terra Peninsular, no nos referimos exclusivamente al equipo y Consejo Directo, sino también a todas aquellas personas que pasaron por Terra Peninsular en algún momento de su historia y dejaron su huella, a todos aquellos que han creído en el proyecto y que se han sumado a lo largo de estos 18 años. En Terra Peninsular no nos falta compromiso, somos audaces y valientes, pero sobre todo apasionados de nuestras acciones.

Muchas gracias a todos ustedes por estos 18 años de trayectoria, ¡vamos por más!