Por Leticia Marisol Talavera y Luis Fernando López
La pesca es una de las actividades económicas más importantes de nuestro país y que para el 2016 aportó alrededor de 35 mil millones de pesos (Notimex, 2017), ésta es una cifra histórica, con tendencia a ir en aumento.
De manera específica, Baja California ocupa el tercer lugar a nivel nacional, aportando el 10% de la producción nacional (Martínez, 2018). Isla de Cedros, El Rosario, Valle Tranquilo y San Quintín son algunos de los sitios más importantes de pesca en la región, puesto que se capturan organismos de alto valor comercial como el abulón, camarón, langosta, erizo, atún y pulpo (SEPESCA, 2015).

En Baja California encontramos dos especies de pulpo que son de interés comercial: el pulpo rojo (Octopus rubescens) y el pulpo manchado (Octopus bimaculatus), este último es el que se pesca mayormente y el pulpo rojo se ha visto también como un potencial recurso pesquero para la región (SEPESCA, 2015).
Estos animales se distinguen de otros moluscos por la ausencia de una concha externa, su cuerpo es redondo, la región cefálica se une a sus ocho brazos, los cuales tienen ventosas. Asimismo, son capaces de cambiar su coloración en situaciones de peligro (Pliego-Cárdenas, 2009; Guzmán-García et al., 2017).
El pulpo manchado es generalmente de color gris y presenta manchas azules características, las cuales se llaman ocelos y se encuentran en la base del segundo y tercer par de brazos (Castellanos, 2018). Su distribución en los océanos del mundo abarca desde los polos hasta el trópico (Boyle y Boletzky, 1996) y en México lo podemos encontrar en el Golfo de México (Solis-Ramirez & Chavez, 1986), así como a lo largo del Pacífico mexicano y Golfo de California (SEPESCA, 2015).

Para la captura del pulpo en México existen diferentes métodos de captura, por ejemplo, la extracción por medio del buceo y ganchos y el uso de trampas. Sin embargo, en la actualidad en el Complejo Lagunar San Quintín aún se practican técnicas que están prohibidas por la NOM-064-SAG/PESC/SEMARNAT-2013, norma que regula artes y técnicas de captura en la pesca en aguas de jurisdicción federal del país. Una de ellas es el uso de compuestos tóxicos, por ejemplo, el cloro. Esta técnica consiste en verter cloro en los posibles escondites del organismo lo que lo obliga a salir, facilitando así su captura. Esta técnica se ha vuelto popular por ser barata y fácil de aplicar por los pescadores.
No obstante, utilizar sustancias cloradas representa un problema para el ambiente, ya que provoca daño, tanto al pulpo, como a los organismos de su alrededor (Gonzalez-Melendez, 2012). Esto debido a que los compuestos clorados llegan a liberar iones que se unen a átomos de carbono, creando compuestos organoclorados, los cuales al estar disueltos en agua pueden dispersarse y afectar lugares lejanos de su lugar de origen (Padilla, 2005) y resultan tóxicos para humanos y otros seres vivos, puesto que son cancerígenos y afectan el sistema inmunológico, reproductivo y nervioso. Estos compuestos se acumulan en el tejido graso y los efectos de acumulación se manifiestan al aumentar su concentración al ascender en la red trófica (Santamarta, 2000).
Debido a la importancia de esta pesquería en la región, el uso de estas prácticas ilegales para su extracción pueden traer consigo afectaciones ecológicas así como de salud, no sólo del pulpo, sino de los seres vivos que coexisten, integrando al ser humano, consumidor y usuario de este recurso y del mar.