Por César Guerrero y Antonieta Valenzuela

Una de las principales fuentes de abastecimiento de alimentos primarios en el norte de México y el suroeste de Estados Unidos es la zona agrícola de Baja California, principalmente el Valle de San Quintín, en donde el recurso indudablemente primordial para la agricultura es el agua. 

La constante demanda de alimentos y el incesable agotamiento de los recursos primarios para la producción agrícola obligan a los agricultores de esa zona a hacer uso de tecnologías que faciliten suplir de manera rápida y eficiente dicha demanda alimenticia. 

La ausencia de precipitación atmosférica, en conjunto con la extracción excesiva de los mantos freáticos del Valle de San Quintín, ha ocasionado que el agua disponible para la agricultura no cuente con la calidad requerida para el tipo de cultivo que impera en el valle. 

El concentrado de sal y químicos de la salmuera puede ser tóxico para las especies marinas y el medio ambiente. Foto por Enrique Alfaro.

El efecto de intrusión salina en los mantos freáticos de los cuales se extrae el agua que se utiliza en la agricultura es ya irreversible; el agua con elevadas concentraciones de sales no es óptima para su uso en la agricultura y disminuye (o incluso impide) el rendimiento de la producción agrícola.

Ante la incapacidad de recargar los mantos freáticos más rápido de lo que los explotamos y la innegable necesidad de mantener la producción agrícola, se ha recurrido a tecnologías, como las plantas desalinizadoras, que han solucionado el problema a corto plazo, aunque con efectos negativos, muchas veces irreversibles, que deben tomarse en cuenta al momento de evaluarlas e implementarlas.

La desalación es el proceso mediante el cual se captan grandes cantidades de agua de mar y se filtra para convertirse en agua de proceso industrial, de riego, uso agropecuario o uso humano. En promedio, una planta desalinizadora (o desaladora) capta 7.5 litros de agua de mar, de los cuales produce 3.7 litros de agua desalinizada (Cooley et al. 2013).

Actualmente se tiene el registro de al menos 11 puntos de descarga de salmuera directos en la bahía de San Quintín. Foto por Enrique Alfaro.

La mayoría de las plantas desalinizadoras utiliza la tecnología de ósmosis inversa, la cual aplica presión para separar la sal del agua de mar al hacerla pasar a través de membranas semipermeables; como consecuencia de este proceso se obtienen aguas residuales (salmuera) que son vertidas de regreso al mar (Cooley et al. 2013).

La salmuera tiene una concentración salina mucho más elevada que la del mar e incluso puede presentar temperaturas más elevadas. Esta solución se compone de altas cargas de sólidos en suspensión, pH variable y sales disueltas, así como de químicos utilizados durante el proceso de desalinización como detergentes, coagulantes (cloruro férrico), anti-incrustantes (poliacrilatos), anticorrosivos (bisulfito sódico) y biocidas (hipoclorito sódico) (Mauguin et al. 2005). Este concentrado de sal y químicos puede ser tóxico para las especies marinas y el medio ambiente.

Actualmente se tiene el registro de al menos 11 puntos de descarga de salmuera directos en la bahía de San Quintín que registran salinidades de hasta 62,000 mg/L, casi el doble de la salinidad promedio del agua de mar, que es de 35,000 mg/L.

El impacto en el medio marino puede ser negativo cuando las zonas de descarga de salmuera coinciden con ecosistemas delicados como la bahía de San Quintín. Foto por Enrique Alfaro.

El impacto en el medio marino puede ser negativo cuando las zonas de descarga de salmuera coinciden con ecosistemas delicados, sitios cerrados y superficiales con alta concentración de vida marina (Lattermann y Höpner, 2008), así como zonas de baja energía de oleaje, baja profundidad o sitios de importancia ecológica como humedales y praderas de pastos marinos.

De igual manera, los recursos marinos en las zonas próximas a las plantas desalinizadoras pueden ser afectados por la cantidad y calidad de la salmuera e incluso provocando mortalidades masivas en organismos que se encuentren cerca de las zonas de descarga, o en especies sésiles o de limitada movilidad y que indirectamente afectan la red trófica y el intercambio de energía a eslabones superiores de la cadena (Arreguín y Martín, 2000).

Lo anterior también puede ocasionar la disminución de la productividad y fotosíntesis de algas marinas, disminuir la productividad marina y afectar al fitoplancton (Arreguín y Martín, 2000), el cual es imprescindible en la cadena alimenticia y desempeña un papel muy importante en la regulación de los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera. 

Descarga de aguas residuales en el mar cerca de Laguna Figueroa, B.C. Foto por Enrique Alfaro.

Un buen manejo de las aguas residuales (salmuera) no tendría por qué tener consecuencia alguna, pero el mal manejo tiene un efecto negativo importante que debe tomarse en cuenta en la toma de decisiones, particularmente en un cuerpo de agua semicerrado como lo es la bahía de San Quintín; con la acumulación de descargas de salmuera en la bahía, el impacto negativo sobre la calidad del agua sería inmediato. 

El problema radica en el mal uso o disposición de las aguas de rechazo, ya que la mayoría es simplemente vertida de regreso al mar o directamente al suelo, donde se acumula y deseca aglomerando costras de sal que incapacitan cualquier tipo de crecimiento vegetal en esos suelos. 

Otra de las amenazas más significativas en el medio ambiente relacionadas con la desalación de agua de mar es el arrastre e impacto de retención de organismos en el proceso de desalación (Cooley et. al, 2006), ya que como afirma Correa (s.f.): “El agua de mar no es una simple solución salina, en realidad es un medio biológico activo que además de contener sales presenta diferentes tipos de moléculas, partículas y organismos vivos”.

En el proceso de desalinización, el arrastre (entrainment) está asociado principalmente a huevos y larvas de peces, plancton, crustáceos y propágulos de algas que habitan en el medio ambiente y que son arrastrados por la corriente del flujo de agua. Mientras que el impacto de retención (impingement) se asocia a las especies adultas de peces o crustáceos que son arrastrados por las estructuras de aducción y que finalmente chocan contra las barreras de filtrado o son retirados por los sistemas de limpieza de estos últimos (Vásquez et al. 2008).

Cuando la salmuera es vertida en el suelo, se acumula y forma costras de sal que incapacitan cualquier tipo de crecimiento vegetal. Foto por Enrique Alfaro.

Los efectos de las descargas de salmuera no sólo se reflejarán en la vida silvestre de la bahía  de San Quintín y el desarrollo de la vida acuática, sino también en las actividades productivas que en ella suceden como el cultivo de bivalvos, las actividades cinegéticas y la pesca comercial y deportiva. 

Existen tecnologías y técnicas que permiten un adecuado manejo y disposición del agua de rechazo producto de la ósmosis inversa; sin embargo, debido a que las plantas desalinizadoras de agua son una tecnología relativamente reciente en Baja California y en México, aún no existe una regulación clara vigente que controle su práctica y esto resulta en malas prácticas, pocas o ninguna medidas de mitigación y, sobre todo, en ninguna medida preventiva para sus impactos.

Las plantas desalinizadoras son una solución práctica para hacer frente a la falta de agua en la bahía de San Quintín que debe considerar las repercusiones potenciales en el medio ambiente, y por esa razón, es de vital importancia tomar medidas preventivas y de cuidado en las zonas de importancia ecológica dentro de la bahía que pueden estar siendo afectadas por el uso inapropiado de esta tecnología.

Referencias

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